El Ministerio de Educación, a través de la Subsecretaría de Educación Superior, publicó recientemente la Estrategia de Desarrollo para la Educación Superior en Chile (2026–2038), documento inédito que propone una hoja de ruta para abordar los principales desafíos del sector en el mediano y largo plazo. Se trata de la primera vez que Chile cuenta con un instrumento de planificación de esta naturaleza.
En su elaboración participó Cristóbal Villalobos, académico de la Facultad de Educación UC y subdirector del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación (CEPPE UC), quien integró el equipo de coordinación responsable de la redacción y edición final del texto, junto a otros expertos convocados por el Consejo Asesor. Dicho Consejo, estuvo integrado por 44 personas con destacada trayectoria profesional y académica en diversos ámbitos de la educación superior y de su entorno social y productivo, y trabajó en sesiones plenarias y por comisiones entre noviembre de 2024 y octubre de 2025. Además, contó con la colaboración del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en el proceso de elaboración de la Estrategia.
“La motivación principal de contar con una estrategia es que permite tener una perspectiva de largo plazo para la educación superior. Chile hasta ahora no había tenido ninguna. Esta estrategia se vuelve crítica en un momento como el actual, de maduración del sistema, marcado por la instalación de la gratuidad, una nueva ley de educación superior, y por un crecimiento inorgánico del sistema, que no ha sido acompañado hasta la fecha por una reflexión profunda sobre el rol que debe cumplir la educación superior en el país”, afirma Villalobos.

Un sistema en expansión, pero sin dirección común
A casi 60 años de la reforma universitaria de 1967, Chile ha transitado desde un sistema concebido para una élite hacia uno donde hoy, dos de cada cinco jóvenes terminan la educación superior. Este proceso ha traído desafíos en equidad, calidad y coordinación, que la estrategia busca abordar con una visión sistémica e inclusiva.
“Muchos de los problemas del sistema tienen que ver con su organización, su composición, su falta de articulación. Por ejemplo, seguimos teniendo estructuras de títulos y grados que no se han actualizado en 30 años. Asimismo, tenemos un sistema que no permite las trayectorias entre ni al interior de instituciones, y una oferta educativa que no siempre dialoga con los desafíos del país”, sostiene el académico UC.
Por eso, el documento plantea una visión estratégica que proyecta un sistema de educación superior sostenible, dinámico y articulado, con reconocimiento internacional y capacidad para aportar al desarrollo sostenible, la cohesión social y la equidad territorial. Además, establece vínculos con otras políticas públicas clave, como la Estrategia Nacional de Formación Técnico Profesional, Política Nacional de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI), la Estrategia de Educación Pública, y la Política Nacional de Inteligencia Artificial, entre otras.
Cuatro desafíos estructurales
Para alcanzar esta visión, el Consejo Asesor identificó cuatro desafíos estratégicos que estructuran la Estrategia:
Cada uno de estos ejes se traduce en objetivos estratégicos y líneas de acción concretas que deben orientar las políticas públicas y el quehacer de las instituciones en el mediano y largo plazo. En total, hay 17 objetivos y 43 líneas de acción
“Uno de los grandes desafíos es avanzar hacia una nueva gobernanza del sistema. Eso implica integrar mejor las misiones institucionales como son la investigación, la docencia, la innovación, y la vinculación, y también repensar el rol del aseguramiento de la calidad y la articulación entre las distintas agencias involucradas en el desarrollo de la educación superior”, explica el subdirector de CEPPE UC.
“También es clave poner a los estudiantes al centro: hablar de bienestar, de trayectorias flexibles, de reconocimiento de aprendizajes previos. Nos parece que las leyes y políticas de las últimas décadas no han tenido suficientemente a los estudiantes como foco, y eso era necesario profundizar hoy”, agrega.
¿Qué debería cambiar de aquí a 2038?
Al preguntarle qué le gustaría ver distinto en el sistema chileno en 2038, Villalobos destaca seis transformaciones concretas, presentes en las líneas de acción de la estrategia: i) un sistema de acceso más inclusivo y coordinado; ii) mayor innovación y profesionalización en la docencia de educación superior; iii) fortalecimiento del rol público de las universidades estatales y su capacidad de responder a desafíos futuros; iv) el desarrollo de empresas de base científico-tecnológica desde la educación superior; v) una profunda revisión de la estructura de títulos y grados; y vi) un sistema robusto de reconocimiento de aprendizajes formales e informales para todo el sistema.
“La idea es que la educación superior no solo forme individuos, sino que también contribuya al modelo de desarrollo del país. Para eso necesitamos articularnos, reconocernos como parte de un mismo sistema, y construir desde ahí una visión compartida”, señala.
Una estrategia de Estado, no solo de gobierno
Uno de los puntos clave de la propuesta es su vocación de política de Estado, es decir, una estrategia que vaya más allá de los ciclos gubernamentales y se sostenga en el tiempo con base en consensos amplios.
“Una primera señal ya se dio con la entrega del documento al ministro y su validación institucional. Ahora necesitamos que esta estrategia se socialice, se discuta en las comunidades universitarias, que no quede en el papel. Y que luego pueda evaluarse, monitorearse y actualizarse”, concluye el académico UC.
La Estrategia de Desarrollo para la Educación Superior en Chile se encuentra disponible en el sitio del Ministerio de Educación. Su implementación será clave para alinear esfuerzos entre instituciones, organismos públicos, sector productivo y sociedad civil, con el objetivo común de fortalecer la educación superior como motor de desarrollo para el país.