Usualmente nos comparamos con los países de la OCDE. ¿Cómo estamos respecto de las evaluaciones internacionales con nuestros socios? De aquello le preguntamos a Alejandro Carrasco, Director del CEPPE-UC.  Extracto de entrevista publicada en la Revista EDUCAR.

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(Por Marcela Paz Muñoz Illanes).  Pese a que Chile ha venido mejorando sus resultados, particularmente en los índices de lectura, “todavía estamos bajo el promedio de las naciones de la OCDE”, explica el recién asumido director del CEPPE-UC, Alejandro Carrasco.

 

Un hecho que llama la atención es que en “términos de equidad, por ejemplo de género, a la inversa de lo que ocurre en el resto de los países de la OCDE, las niñas chilenas saben menos matemáticas que los niños, y la investigación muestra que hay razones estrictamente pedagógicas y culturales que explican esas brechas”, afirma el académico de la UC.

 

—Respecto del resto de los países de la OCDE, ¿cómo está Chile en las mediciones internacionales?

 

—Nos encontramos bajo el promedio de los países de la OCDE, aunque por encima de países de menor ingreso que Chile. Y esa posición no es solo respecto a los indicadores de aprendizaje, también respecto a los parámetros de equidad en la distribución de aprendizajes, tanto en términos socioeconómicos como de género. Ahora bien, desde una perspectiva longitudinal, desde principios de este siglo, Chile ha mejorado sus resultados en Lectura, pero está estancado o ha retrocedido levemente en Matemáticas y Ciencias.

 

Recientemente el Mineduc anunció una reducción que se planteó de las pruebas SIMCE para este 2016, medida que Carrasco considera altamente positiva; ello, porque Chile se convirtió progresivamente en el país que mide estandarizadamente a más temprana edad, más materias, con mayor frecuencia, con mayores consecuencias, y de manera censal.

 

Explica el académico que la tendencia mundial es la contraria. "Los mejores sistemas escolares no aplican estas pruebas y otros de mediano desempeño lo hacen prudentemente. La ‘evaluación formativa’ es un componente central en la educación. Está en el corazón de la enseñanza monitorizar el progreso de cada estudiante en rangos cortos de tiempo para apoyar y reforzar las áreas de rezago".

 

Pero hay que distinguir la ‘evaluación externa’, dice Carrasco, con fines de rendición de cuentas como el SIMCE, de la ‘evaluación formativa’ cuyo único propósito es mejorar el aprendizaje de cada niño. El SIMCE en cambio es una prueba que no entrega información individual sobre cada niño. Su uso no es pedagógico en la sala de clases. Por el contrario, su uso está localizado a nivel directivo y nacional.

 

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